Miércoles, 25 de mayo de 2022
Santa María Magdalena de Pazzi
Lecturas:
Hch 17, 15. 22-18, 1. Eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo.
Sal 148, 1-2.11-14. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Jn 16, 12-15. Cuando venga el espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena.
San Pablo manifiesta su sorpresa por lo que ha contemplado por las calles de Atenas: la ciudad plagada de ídolos incapaces de salvar: paseándome por ahí y fijándome en vuestros monumentos sagrados, me encontré un altar con esta inscripción: "Al Dios desconocido".
En medio de los dioses muertos los hombres no encuentran la vida; pasan el tiempo buscando novedades que traten de llenar su vacío interior.
Dice el Papa Francisco que la idolatría es siempre politeísta, ir sin meta alguna de un señor a otro. La idolatría no presenta un camino, sino una multitud de senderos, que no llevan a ninguna parte, y forman más bien un laberinto. Quien no quiere fiarse de Dios se ve obligado a escuchar las voces de tantos ídolos que le gritan: «Fíate de mí».
La fe, en cuanto asociada a la conversión, es lo opuesto a la idolatría; es separación de los ídolos para volver al Dios vivo, mediante un encuentro personal. Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia.
La fe consiste en la disponibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios. He aquí la paradoja: en el continuo volverse al Señor, el hombre encuentra un camino seguro, que lo libera de la dispersión a que le someten los ídolos (cf. Lumen Fidei 13).
¿A quién le estás pidiendo hoy la vida? ¿Dónde estás poniendo tu seguridad? ¿En el Señor o en los ídolos?
En este tiempo de gracia ¡invoca al Espíritu Santo!, el Espíritu de la verdad, que te guiará hasta la verdad plena…, que tomará de lo mío y os lo anunciará. Y también tú verás como el Señor acrece el vigor de su pueblo.
A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).
¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).